domingo, 5 de septiembre de 2021

Alejandra...

Ahora lo voy a ver de nuevo, me encanta cuando nos encontramos en el aeropuerto. Lo siento tan... clandestino. Tenemos solo unos meses encontrándonos en el aeropuerto de Lima. Ya sea porque él va más temprano o porque yo me quedo después de aterrizar. Me gusta que nos sentemos en nuestra barra de siempre, del restaurante de siempre, con la cerveza de siempre. 

Y pensar que lo conocí cuando tenía 10, su hermano menor estaba en mi clase. Me podía pasar horas solo mirándolo. Tan grande, tan alegre, tan divertido. Siempre soñé con tener un enamorado así. Me mudé de ciudad. Dejé de verlo muchos años. Qué loco que a los 19 cuando regresé a la ciudad tuve la oportunidad de salir con él, el comentario de una amiga en común nos hiciera alejarnos. El problema es que él tenía una relación con otra persona. Era más que obvio que no era feliz con ella. Todo empezó con una linda conversación en vivo, intercambio de teléfonos, chatear durante el día, durante la tarde, durante la noche. Todo el día hablaba conmigo. ¿Cuándo estaba con ella? ¿Acaso la veía? Siempre me contestaba cuando le escribía o llamaba y a ella no le contestaba estando conmigo. Esa noche en que todo cambió, en la que dejó de ser una amistad a pasar a ser algo hermoso. Esa fría noche en la que yo estaba con mis amigas en una despedida de soltera y él con sus amigos tomando en la calle, como solía hacer cada semana. Solo bastó un mensaje para que nos encontráramos. Unos tragos vienen, unos tragos van. No recuerdo bien cómo terminé sentada en sus piernas, en pleno pub. Besándonos tan apasionadamente. No podía dejar de sentir las ganas que me tenía. Recuerdo haber salido del pub y haber ido a un hotel con él. Esa noche hice cosas que no había hecho antes... y algunas que tampoco hice después. Todo en él era especial. Fuera de que su cuerpo era perfecto. Me encantaba verlo caminar de la cama al baño y de regreso. No sólo esa vez, sino los siguientes  dos años que continuamos haciéndolo. 

Al año de esa primera noche, me entero en redes sociales que se había comprometido. Sí, con ella, con la que no quería. Recuerdo haber sufrido un montón. Intenté alejarme de él, pero no pude. Caí rendida a sus pies después de la noche en el hotel en la que llevó pizza, trago, copas de plástico... hasta había visto que películas iban a dar en el cable para verlas. Me sentía tan completa entre esas 4 paredes. Todo para irme de cara unos meses después. De verdad intenté alejarme, pero no podía. Estuvimos un par de meses sin hablar, pero no resistí. Todo en él era irresistible para mi. Su cara, su cuerpo, sus besos, su forma de ser conmigo, su brillante mente, sus temas de conversación. Él era simplemente... perfecto. Debo admitir que durante esos años de verdad pensé que se quedaría conmigo. Típica, ¿No? El fin de semana antes de que se case, lo invité a la casa. Puse música, champán, piqueos. Había comprado un vestido negro corto y unos tacos negros altos. Me maquillé, me planché el cabello y me perfumé. Fue una noche divertida, una espectacular despedida. Obviamente, el fin de semana siguiente yo lloraba desconsoladamente con mi mejor amigo, en una depresión que me duró casi un año. 

Un día, apareció en mi whatsapp un mensaje de él. Y ahí empezamos a hablar de nuevo. Yo acababa de terminar con mi ex y todos hablaban sobre lo que pasó. Siempre pensé que por eso me escribió. Yo estaba destruida y su apoyo en ese momento lo fue todo. Era de esperar que su matrimonio estuviera re mal. Justo sería su aniversario y tenía una hija. Nunca nos despedimos, siempre dejábamos abierta la conversación para continuarla cuando lo necesitáramos. Un día me mandó una foto, me pareció raro. Se veía riquísimo. Estaba sin polo. Las sábanas eran muy blancas. Estaba en un hotel. Me contó que estaba en Lima. Yo justo tenía que ir. Yo vivía en el norte del país y pasar por ahí era de rutina. Ahí nos dimos cuenta que ambos viajábamos el mismo día. Él fue más temprano y yo dije que llegaba más tarde. Nos encontramos a conversar, fue mágico. Como si no hubiera pasado el tiempo. Recuerdo que pasó una pequeña muy linda. Él comentó que le hubiera encantado tener otra hija, yo le dije que todavía había tiempo, pero él dijo que no era posible. Yo siempre quise una hija. No toqué el tema, lo dejamos superficial. Pero ahí empezamos a conversar de nuevo y a vernos. La conversación por whatsapp después de vernos fue brutal. Retrocedí tantos años de mejora personal, estaba a sus pies de nuevo. 

Intentamos hablar de vez en cuando, pero era difícil entre su casa, su hija y el trabajo. Pero siempre tratábamos de encontrarnos en el aeropuerto. En estos encuentros, en estas conversaciones todo era platónico. Yo no tendría algo con alguien casado, él no le sacaría la vuelta a su mujer. Así llegamos al día de hoy. Lo veré de nuevo. Estoy feliz. 

- He intentado separarme varias veces, pero no he podido. No sé si algún día pueda. Solo pienso en mi hija.

- ¿Qué tiene tu hija?

- No quiero verla crecer sin mi. Necesito estar ahí con ella.

- No será menos porque no estés en casa con ellos. Es más, los niños absorben todo, ¿No sería mejor tener dos casas que vivir en un ambiente horrible donde sus papás no se toleran?

- Si, pero no se si lo estoy haciendo por ella o por mi. 

- Esa es otra cosa. Solo te pido, pensando en tu hija, que no lo hagas pasar por cosas que no debe pasar, solo porque estás pensando en ti y nadie más. Es una situación en la que pensar en ella es la mejor solución. ¿Qué es lo mejor para ella?

- No lo sé. 

Qué difícil es saber que no lo puedo besar de nuevo, abrazar, sentir. Cada uno regresa a su casa, fingiendo no haber pasado nada. No haber sentido esa conexión de nuevo. Me duele saber que no me siento con nadie como me siento con él. ¿Qué hubiera sido si me hubiera elegido a mi? ¿De verdad seríamos felices? Quizás él tendría esto con alguien más. Creo que eso me hubiera torturado todo el tiempo. Que pena que estos encuentros duren tan poco. La conversación siempre nos ha quedado chica. El tiempo se hace nada cuando estamos juntos. ¿Llegará a dejarla? ¿Me escogerá a mi esta vez? No lo creo. No sé tampoco que tan cierto es todo lo que me dice. ¿Y si no están mal? No tengo cómo saberlo. Qué complicado. No sé porqué me meto en la misma situación una y otra vez. Mentira. Sí lo sé. Es él. 

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No nos hemos vuelto a encontrar desde hace 2 años. Hemos seguido hablando, pero no nos hemos podido ver de nuevo. Lo extraño tanto. Ya no hablamos tan seguido. Desaparece por meses. Luego, aparece como si nada. Me duele. Me gusta su compañía, así sea por mensajes. Pero me duele no poder verlo cara a cara. Cada vez lo siento más lejos. Esta vez han pasado 4 meses desde que hablamos. No saber de él me desestabiliza. ¿Estará bien? ¿Qué pasara en esa casa?

- Hola

- Hola, ¿Qué fue de tu vida?

- Ahí no más. Necesito hablar contigo. 

- Sí, claro. Siempre estoy aquí para ti. Para eso somos amigos. Dime, ¿En qué te puedo ayudar?

- Debo ser sincero contigo. Ella está embarazada de nuevo. Es más, nacerá en un par de meses. Será mujer, por fin tendré mi hija. Tengo que tratar de hacer que esto funcione. Ya no podemos seguir hablando. Lo siento. 

- Felicitaciones! Por fin la nena que tanto querías. Me da mucho gusto y les deseo a los 4 lo mejor. Un beso enorme. Cuídate mucho.

Me fui a la mierda. ¿Cuánto tiempo me demoraré en sanar esto? No esperaba nada, pero jamás imaginé algo así. ¿Fue todo mentira? ¿De verdad he estado tan ciega? 



miércoles, 1 de septiembre de 2021

Daniela... de regreso...

Han pasado un par de años desde que apareció en mi Messenger. Debo admitir que Arek llama mucho mi atención. Me encanta saber que es tan abierto conmigo y puedo ver quien es realmente. Pero, ¿Cómo sé si eso es verdad? ¿Y si eso también es mentira? Todos me mienten, ¿Por qué él sería la excepción? Tiene la pinta de chico malo, muchos le tienen miedo. Pero yo no. ¿No? Bueno, le tienes miedo un poco a todos, lo genial es que trabajamos mucho para que no se note. Te ha venido a visitar a la casa un par de veces, todo va bien. ¿Por qué no darle una oportunidad? Ok, intentemos. A ver que sale. Solo relájate y no abuses. No puedes seguir tratando así a la gente. No porque algunos te traten mal, significa que todos los hagan. Ok, no son algunos, es la mayoría. Quizás solo estamos cansadas de que nos usen. Pero... ¿Nosotras no los usamos? Cállate. Ese es otro gato. Jajaja. Estamos hablando de él. Es que el problema no es él. El problema es que sentimos esas ganas malditas de querer tener a uno ahorita pero a otro en unos días y al siguiente para la siguiente semana. No es querer saber cuantos podemos conseguir, no es una lista numerada. Es afirmar quiénes somos y cómo somos a través de la aprobación de otras personas. Pero es aprobación, no probar a todos. Tú qué sabes, no te hagas la correcta ahorita, normalmente eres tú la que nos mete en problemas. Ya, basta, basta con esta conversación. Arréglate para ir a la disco, no tenemos mucho tiempo antes de que vengan por ti.

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- Mira huevón, esto no va a funcionar. Tú vas muy serio y yo solo me quiero divertir. Tú quieres una relación estable y yo no puedo con esto ahora. No puedo hacerlo. Me voy a mi casa. 

- Lo entiendo. Espera. Te llevo a tu casa. 

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Eres una idiota. ¿Se puede saber qué pasó? Está bien que tengas miedo Dani, pero ¿Tratarlo así? Lo sé, sé que lo soy. No debí decirle esas cosas en un lugar público. Debí esperar a que estemos solos. Todavía le di un beso después de mandarlo a pastar chivos. Lo que hice no tiene nombre. Soy la peor. Es muy lindo conmigo. No sé si es que no siento que merezca ese tipo de cariño o atención. Hay algo en mi, que simplemente, quiere que salga corriendo, necesita que salga corriendo. No tiene nada que ver con él, soy yo la que está mal. Soy yo la que no puede creer que alguien puede ser así de bueno conmigo. Debo admitir que me puse nerviosa en la disco. Habían otros chicos que querían salir conmigo, ¿por qué amarrarme a uno ahorita? Quiero salir y divertirme. Sé que parte de mi quiere una relación, pero también sé que no puedo mantenerla. Me encanta empezarlas, pero al poco tiempo terminan metiéndose con otras, ¿vale la pena seguir intentando? No puedo más con esto. Prefiero no sentir. Y él, siente demasiado. No lo merezco.