sábado, 21 de septiembre de 2019

Secretos de alcoba # 3: El amor, el amor.


Y así... lo iba a ver un miércoles. Estaba muy nerviosa, emocionada, preocupada, ya no entraba en mi pellejo. Pensé 3 veces en cancelar el café. Era a 4 cuadras de mi casa, por lo que todo estaría más tranquilo. Me tomé mi tiempo, me bañe con calma, me pinté, me arreglé y quede guapasa. – Obvio! jajajaja gracias Chichin por la ayuda.  

Último paso: ponerme crema en mis brazos y manos, cuando voy a apretar la crema, sale un chorro hermoso y gigante de frente a mi blusa. 

PTM tuve que cambiarme de blusa al toque, corriendo, ya estaba tarde. Mi hija empezó a molestar y opinar sobre lo que me ponía. Me estaba estresando full. El maquillaje de mis ojos ya no iba con mi blusa, me resigné, me terminé de alistar y salí corriendo, avisándole por mensaje de whatsapp que llegaría 10 min tarde y prácticamente corrí hasta la plaza, con unos botines nuevos que me hacían doler muchísimo.



Y ahí lo vi. En la vereda, al frente de la cafetería. Por algún motivo lo imaginaba más alto, pero igual era más alto que yo, con su espalda ancha, pelo ondulado pero cortito, con sus lentes, su saco. – GLUB, era todo un hombre. – 

Moría de vergüenza. Lo salude y cruzó al toque para saludarme. Escogimos una mesa y nos sentamos a conversar. Como digo yo – y él se burla – fue extraño. Él es una persona muy inteligente, lee mucho, sabe mucho de muchas cosas, le encanta leer a la gente, dominar un ambiente, tiene un sentido del humor especial, es muy ameno. De todos los temas que podía tocar ese día, decidió hablar del amor. Habló, habló y habló… yo hablaba por ratos, respondía pero no me soltaba del todo. No es que no le prestara atención, sino que me fijaba más en cómo se conducía que en lo que decía. 

Y así pasaron las horas hasta que nos botaron del local porque ya estaban cerrando. Me quedó muy corto el tiempo. Me acompaño caminando a mi casa, a la hora de entrar me despedí y le di un beso en el cachete, cerré la reja y pensé “y bueno, creo que no lo veré de nuevo”. Por algún motivo no pensé en cómo me sentía o qué quería yo, sino en que sería él el que no querría verme de nuevo.


Al día siguiente me fui a trabajar, y saliendo del Nido le escribí: “no estoy de acuerdo contigo”, seguido a mil palabras más explicando qué pienso y creo yo del amor. Me demoré unos 15 minutos escribiendo, leyendo y revisando. Lo envié. Y se rió!!!! Me dijo: “eso significa que has entendido la conversación.” Y ahí empezó todo.


Nos empezamos a ver seguido. Recuerdo que cada vez que salíamos, nos terminaban botando porque no nos íbamos y ya tenían que cerrar el local y al salir no queríamos despedirnos, por lo que caminábamos re lento, solo para tener un tiempo, juntos. La cita más especial que tuvimos, terminamos caminando por la plaza de Yanahuara, conversando de mil sonseras, caminando juntitos, dejando que nuestros codos rozaran. Nos sentamos un rato a conversar en el mirador y fue genial. Ahí sentí que ya no tenía escapatoria: me gustaba y mucho.


Gracias a esa hermosa cita, me resfrié y tuve que aceptar que empiece a visitarme en casa, hacía 9 años que no recibía a un chico en mi casa con el que “saliera” para que me visite. Así que todo fue dándose, a los quince días de salir ya estábamos, al mes decidí que me mudaba de mi casa, por lo que al mes y medio decidimos que nos íbamos juntos y en enero, cuando cumplimos un mes más, ya viviendo juntos, me di cuenta que recién cumplíamos 4 meses.



- QUE HICE?! – jajaja
Algo tarde para recién darme cuenta del tiempo. Sin embargo, no lo cambio por nada. 

Gracias por tanto, amor, soy feliz a tu lado. Hoy cumplimos un año juntos y por más que siento que han pasado 10 – que año difícil nos ha tocado – sé que es lo que quiero por el resto de mi vida. Te amo.



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